Sobrevivir al feminicidio en un Estado que no protege a las mujeres en Nicaragua.

 


La crisis sociopolítica puso aún más en evidencia la nula voluntad del Estado para dar respuesta a los problemas que enfrentan las mujeres dentro del país.


Ella pensó que esa noche moriría. La vivienda retumbaba con cada golpe que aquel hombre daba al portón con la intención de derribarlo para entrar.


– ¡Te quiero matar! – le gritaba el hombre mientras continuaba golpeando los hierros y sostenía en una de sus manos un machete.


Los gritos de la mujer, a quien le llamaremos Rosa, ponían el ambiente tenso. Su respiración era rápida y sus palpitaciones también y aumentaban a medida que los golpes hacían vibrar hasta la última lámina de zinc de su vivienda en Ciudad Darío, Departamento de Matagalpa, a unos 95 kilómetros al noreste de la capital nicaragüense.


Lo narrado por Rosa es solamente uno de muchos episodios de violencia que vivió a manos de su expareja, a quien llamaremos Carlos por seguridad de Rosa y sus hijos.


El inicio siempre “es lindo”


Rosa conoció a Carlos en 2002 y vivieron catorce años de relación conyugal.


“Al inicio todo fue lindo. Íbamos a la iglesia, pero después todo le molestaba, todo era mi culpa”, cuenta Rosa, quien añade que los últimos años fueron los más complicados.


“Cuando empezamos yo lo miraba que tenía un carácter fuerte, todo le molestaba. Mi primera hija era chiquita y a él no le gustaba que estuvieran los juguetes regados en la casa. Él trabajaba muy poco, a veces dejaba a mi niña chiquita con él. Se mantenía muy inactivo”, relató Rosa.





No obstante Carlos trabajó un tiempo cuando se fueron a vivir juntos, pero posteriormente perdió el empleo y se acomodó en la casa sin buscar nuevas oportunidades. Rosa le empezó a reclamar y decidió buscar un nuevo empleo.


Hasta ese momento, la violencia solo era verbal. Pero, un día, luego de una extensa jornada laboral, Rosa regresó a su casa y al momento de encender la cocina para preparar la cena, sintió un duro golpe en su espalda.


“Me tiró una paila pesada. Gracias a Dios no me dio en la cabeza. Lo recuerdo bien, ese fue el primer episodio de violencia física”, relató.


Tiempo después le pidió perdón, pero la violencia física fue escalando. Un día, Carlos le pidió a Rosa que comprara en la pulpería una bujía (foco) para reemplazar una que se había fundido en la sala de la casa. Cuando Carlos se dispuso a cambiarla, notó que estaba desprendida y culpó a la mujer del desperfecto.


“Se bajó con la bujía en la mano, caminó hacia la cocina y desde ahí me la tiró. La bujía cayó en la pared, se quebró y me llegó el chingaste de vidrios. Esas son algunas de las cosas que viví con ese hombre, pero fueron muchas más”, relata.


–¡Perdóname!, no va a volver a pasar. Vamos a regresar a la iglesia al camino de Dios-, repetía Carlos después de haberla agredido. Rosa lo perdonaba, pero el ciclo de violencia se volvia a repetír.


El último acto de violencia fue un encierro y amenazas de muerte con machete en mano.


–¡Si te movés te mato!– le decía el furibundo hombre, apuntando a Rosa y a su hija menor. “Gracias a Dios se calmó y pude salir de ahí”, cuenta Rosa con lágrimas en los ojos.


En 2016, Rosa no aguantó más y decidió irse de la casa junto a sus tres hijos, catorce años después de haber iniciado su relación con Carlos. Con una mochila, poca ropa y sin ningún mueble se fue donde su mamá.


La violencia de Carlos no paró ahí. Enviaba a conocidos a vigilar a Rosa, el hostigamiento era frecuente. “Se puso de caprichoso y quería que regresara con él. Me andaba vigilando para saber si yo andaba con otra persona”, cuenta Rosa.


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La violencia e impunidad, un problema estructural para las mujeres en Nicaragua.


Rosa logró sobrevivir de la violencia, pero muchas mujeres en Nicaragua no lo han logrado. En lo que va de 2023, según datos de la organización Católicas por el Derecho a Decidir 51 mujeres han sido asesinadas.


Aunque el Estado de Nicaragua no contabiliza los femicidios, entre 2010 y 2023 los registros extraoficiales revelan que 812 mujeres han sido víctimas de femicidios dejando alrededor de 600 menores de edad en la orfandad.


Organizaciones feministas y especialistas en derechos humanos aseguran que el incremento en la violencia hacia las mujeres está determinado por el contexto a raíz de abril de 2018, las excarcelaciones de reos de alta peligrosidad, impunidad, la falta de acceso a la justicia y el agravamiento de la crisis económica.


La situación se agudizó desde abril de 2018, cuando inició la crisis sociopolítica que luego se mezcló con la crisis sanitaria del Covid-19 en 2020. Esto ha dejado en evidencia la profundización de la violencia de género, a criterio de la feminista Mirna Blandón Gadea, dirigente del Movimiento Feminista de Nicaragua (MFN)


“Agresores, violadores y femicidas están siendo liberados sin cumplir sus condenas. Son pocos los casos en que son encarcelados y enjuiciados. Existe un incremento en la inseguridad ciudadana que tiene graves repercusiones sobre las niñas y adolescentes. A diario vemos en redes y noticias desapariciones sin que la Policía Nacional asuma un rol de investigación”, considera Blandón Gadea.


El Índice de Paz Global, realizado por el Institute for Economics and Peace en 163 países de todo el mundo, ubicaba a Nicaragua en el puesto 58 del ranking en 2009. En 2017 Nicaragua ocupaba el puesto 77 del ranking. No obstante, a raíz de la crisis sociopolítica, los datos reflejan que la inseguridad ciudadana incrementó en 2019, retrocediendo 58 puestos desde 2017 y 77 desde 2009...

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